martes, 8 de mayo de 2018

Y el reloj marcó las 5


En los días grandes de la Semana Santa Zamorana estar sin dormir cuarenta horas es prácticamente normal, apenas da tiempo a echar una cabezada. Pues así estoy yo.
En mi reloj marcan las 03:00 y ya tengo preparado desde por la tarde todo lo que debo llevar para salir en procesión, en mi primera vez en Jesús Nazareno.
Contemplo el tiempo por la ventana y busco las previsiones meteorológicas por internet; da frio y lluvia y estoy algo nervioso por esto último, por suerte no llovió, pero si hizo frio, bastante. Una vez decidido a que debía ir bien abrigado empiezo a hacer recuento; túnica y caperuz romo, cruz, cíngulo y decenario, zapatos negros, medallón, ropa de abrigo, caramelos y almendras garrapiñadas, está todo listo. 

Voy a la cocina y me tomo un buen tazón de leche con galletas y algo de fruta, he de reponer fuerzas, me hará falta para aguantar el largo camino que nos espera, aunque después de recordar el trayecto que realicé el sábado cargando a Jesús de Luz y Vida no me preocupaba tanto el hecho de quedarme sin fuerzas, seguro que serán menos de 7 Km. 



Cuando mi tripa se da por satisfecha comienzo a prepararme, me aseo y salgo dirección al ayuntamiento, allí me reuniré con algunos amigos para salir todos juntos. Al traspasar la puerta del portal a la calle notando el viento en cara pienso que podré aguantarlo bien gracias al abrigo que llevo y llevar la cara cubierta, y así fue.
Y allá que voy, bajando La Morana, donde me encuentro con más hermanos, nos deseamos un buen recorrido entre todos y prosigo mi camino, Puerta La Feria, La Costanilla, ya quedaba poco, mis nervios aumentaban….Y llegué. 

Una vez todos reunidos en el ayuntamiento, punto de quedada, caminamos por detrás de la iglesia de San Juan hasta detrás del grupo escultórico La Caída, donde nos encontramos con más amigos decidiendo así salir “todos juntos en procesión” y nunca mejor dicho…. la de veces que habré escuchado esa expresión y quien me diría que la aplicaría este día. Iban pasando los minutos y allí seguíamos, justo donde comienza la Calle de Ramos Carrión, del lado derecho esperando nuestro turno de salida. 

La banda de cornetas y tambores comienza a tocar, el Cinco de Copas avanza, detrás los demás pasos pero seguimos parados, La Agonía nos adelanta… hasta que llega el momento. Son aproximadamente las 06:25, nos bajamos el caperuz y lleno de emoción acordándome de mis seres queridos comienza el que será uno de los mejores días para mí de este año. Con nosotros, La Soledad, por detrás. Tres Cruces…. allá vamos.

No llegamos a avanzar 50 metros y deciden cambiarnos de lado, por lo que mantengo un pequeño conflicto interno con la pequeña bandolera donde llevo los caramelos para cambiarla de lado y poder así repartirlos cómodamente; lo suyo me costó, pero eso es lo de menos, lo importante es disfrutar.… y vaya que si lo hice. 

¿Recordáis lo que dije al principio de ir abrigado? Bien, pues no sirvió de nada al llega a la Plaza de Alemania, donde estuvimos realizando un fondo, no sentía las manos, menos que el pasado sábado en el momento de cruzar el Puente de piedra con el viento de cara; pero al fin llegamos a las Tres Cruces, contentos descansamos y comemos, sabiendo que lo más duro estaba completado (a la vuelta con el sol ya dejándose ver no será tan duro el frio).

Tras haber descansado, encontrarnos con seres queridos y haber tomado alguna foto para el recuerdo, nos volvemos a colocar del lado derecho, ya que por comodidad lo preferíamos desde el principio, donde esta vez no nos cambiarían, alegres con eso comienza la espera hasta el inicio del camino de vuelta, minutos los cuales amenizamos hablando entre nosotros o con más hermanos contando alguna anécdota, momento divertido y algún que otro chiste generando así un buen ambiente entre los que teníamos cerca.

Ya volvemos a escuchar a la banda de cornetas y tambores, la Virgen de la Soledad va avanzando, oímos de fondo los aplausos de las reverencias y poco a poco vamos avanzando, esta vez no vamos tan atrás, estamos donde queríamos, la mitad, entre La Verónica y La Elevación; ellos lo querían por no ser ni muy delante ni muy detrás, yo por tener cerca al grupo escultórico La Crucifixión, que es mi favorito.


Vamos avanzando y…. Oh, una marcha llama mucho mi atención en el momento de pasar por La Marina, por suerte logro ver el nombre y lo recuerdo en mi mente, así podré escucharla en más momentos a la vez que recuerdo este gran día. Si no recuerdo mal la iba tocando una banda de Portugal, más adelante, en un fondo, tuve la oportunidad de charlar un poco con algunos de ellos al encontrármelos de nuevo, asique accedí a darles un par de almendras, ya que me parecieron simpáticos; en parte también porque de no ser por ellos quien sabe si habría descubierto esa marcha que me encantó durante el transcurso de la procesión..…“Jerusalen” 

Ya en la Plaza Mayor me encuentro con mi abuela, justo en el punto donde yo estaba esperando a mis amigos a las 04:30 ¿Casualidad? Asique decido darle la sorpresa mientras que ella sigue esperando a verme y la saludo, la veo feliz, contenta, está orgullosa de mi, por verme desfilar en esa procesión que tanto le nombraba de pequeño, yo con eso ya voy feliz lo que queda de recorrido.

En Ramos Carrión nos paran para que los pasos puedan llegar hasta Viriato sin gran dificultad por aquella estrecha calle, es ahí donde al ver pasar de nuevo a La Crucifixión puedo contemplarla tan de cerca como jamás lo había hecho, esa gran obra de arte que nos dejó el maravilloso artista de la gubia Ramón Álvarez. Toco la mesa con cuidado y me despido de ella hasta otro año, nos volveremos a ver. 

Ya en Viriato volvemos a hacer fondo, ya no queda nada, está cumplido, por un lado estamos alegres ya que nuestros pies agradecerán por fin descansar, pero por otra, si por nosotros fuese seguiríamos otro tanto caminando al lado de nuestras imágenes de devoción y con la cabeza alta. Cuando todos los grupos están dentro del museo, nos felicitamos y despedimos entre nosotros hasta otro año, sin duda, junto con el otro dia ya mencionado cargando en Luz y Vida, nunca los olvidaré. 


Y no quisiera terminar esta crónica sin antes mencionar aquellas cosas, las que para mí son de lo más importante en nuestra pasión y que hay que mantener vivas. Porque nuestra pasión no solo destaca por su gran arte y tradición, también lo hace por cosas imprescindibles como son el hecho de estar con tus seres queridos, los buenos ambientes tanto dentro de procesión como fuera, la gran familiaridad que se crea en estas fechas; momentos donde todos los zamoranos estamos unidos y no hay conflictos en estos días, por desgracia fuera de estas fechas no es así….. no dejemos que esto ocurra. Cuidemos lo nuestro. 

Hasta otro año compañeros.

Texto y fotos: Víctor Garrido

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